sábado, 28 de abril de 2007

Mi viaje hacia un sueño: La Meca (2005)


Una de las más hermosas experiencias de mi vida fue encontrarme reunido con 5 millones de personas en una sola ciudad, adorando al Único. Fue la experiencia cumbre de mi vida: llegar a la Ciudad Sagrada de Meca y, posteriormente, visitar al Mensajero de Dios, Muhammad -Que Dios le bendiga y le de paz- en la Ciudad de Medina, la Iluminada.

Ese año, sólo 11 países no enviaron peregrinos y del Perú fuimos 3, alhamdulillah. Pisar el suelo que pisó el Mensajero de Dios -Que Dios le bendiga y le de paz- , cumplir con la oración junto a un indonesio y a un francés un día, y luego hacerla junto a un nigeriano y a un guineano otro, me dieron una mayor lección de la que hubiera recibido antes.

La Peregrinación no se trata de un mero hecho externo, incluye un cambio interior necesario. Así, un gran sabio del Islam, Abu Yazid Al Bistami (que Dios se complazca de él), dijo:

“En mi primer peregrinaje solo vi el templo, en mi segundo peregrinaje vi el Templo y a su Señor, y en mi tercer peregrinaje solo vi al Señor” y es que “La mayor oscuridad en el mundo es la Casa del Amado sin el Amado”.

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